En el siglo V a C., dos filósofos
griegos, Leucipo de Mileto y su discípulo Demócrito
de Abdera se preguntaron:
¿Qué
pasaría si se desmorona un terrón hasta
hacerlo arenilla y luego de deshace hasta convertirlo
el polvo y después se sigue hasta reducir la materia
hasta sus formas más pequeñas?
¿Llegaría a un límite? A esta diminuta
partícula de materia la llamaron "Átomo",
que en griego significa "indivisible". Sin embargo,
fue hasta el siglo XVII con autores como Pierre Gassendi
y Wilhelm Leibniz; y más tarde en el siglo XX con
Bertrabd Russell, cuando se recuperaron estas ideas que
explican que la materia está compuesta por átomos.
Los protones tienen una carga eléctrica positiva (+), los
neutrones no tienen ninguna carga, y los electrones carga negativa
(-). Entonces, el núcleo de un átomo tiene carga positiva,
dada por los protones que se localizan ahí, y atraen a los
electrones, que tienen carga negativa.
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Observe la siguiente ilustración:
Si pudiéramos amplificar
los átomos del cobre se verían así,
como si fueran los mosaicos de un piso. El cobre está
formado por millones de hojas de átomos de figuras
regulares, apiladas capa sobre capa, hasta formar un trozo
de cobre que se puede ver.
Los átomos se reúnen
por familias y conforman casi cien elementos naturales,
a partir de los cuales se construye todo lo que hay.
El hierro, la plata, el mercurio, el carbón,
el aluminio, el plomo, el potasio, el cloro, el helio,
el nitrógeno, son algunos de los que seguramente
ha oído hablar.